Casi 30 años antes de que el psicólogo maltés Edward de Bono publicara en 1967 su revolucionario «New Think: The Use of Lateral Thinking«, Santiago Ramón y Cajal, premio Nobel de Medicina, ya hablaba de la notoria importancia de la creatividad en la educación.

El pensamiento divergente es aquel que busca distintas soluciones a un problema dado, utilizando diversos caminos. Es un pensamiento creativo, sintético, LATERAL, inductivo, expansivo, libre, difuso, informal, que busca ideas nuevas y diferentes.

«El hombre si se lo propone puede ser escultor de su propio cerebro»  

Santiago Ramón y Cajal  

El pensamiento lateral, divergente, no se restringe a un plano único, sino que se mueve en planos múltiples y simultáneos. Se caracteriza por mirar desde diferentes perspectivas y encontrar más de una solución a un desafío o problema. Actúa removiendo supuestos, desarticulando esquemas, flexibilizando posiciones y produciendo nuevas conexiones. Es un pensamiento sin límites que explora y abre caminos frecuentemente hacia lo insólito y original.

A continuación he querido transcribir el fragmento de «Charlas de Café», año 1941, en el cual hace referencia al pensamiento lateral,  a la creatividad. 

«Afirma Gustavo Le Bon «que la educación es el arte de convertir lo consciente en inconsciente».

He aquí una definición muy exacta aplicada al adiestramiento de caballos, y entre las personas, a mecanógrafos, pianistas, telegrafistas y chóferes.

Sólo que si, conforme a semejante monolateral concepto, se hubieran educado a los grandes inventores, no tendríamos piano, ni máquina de escribir, ni telégrafo, ni locomotoras, ni automóviles, ni aeroplanos, ni ondas hertzianas, etc.

No; la grande, la deseable, la imprescindible educación consiste en automatizar en lo posible y para los pequeños menesteres de la vida nuestros órganos sensitivomotores, pero liberando al mismo tiempo de imposiciones y rutinas al cerebro, soberano instrumento de acción consciente y de originalidad creadora. La misión del pedagogo se cifra, por tanto, no en fabricar maniquíes en serie, sino en forjar hombres completos, en quienes se junten y se influyan recíprocamente las altas idealidades con la rectitud moral y la firmeza del carácter.” 

El pensamiento divergente forma parte del Pensamiento de una persona, de igual forma que el Pensamiento Convergente y la Metacognición. El mayor o menor desarrollo de todos ellos implica una mayor o menor capacidad de resolución de problemas por parte de un individuo.

Este Pensamiento ha sido estudiado como proceso y como producto. Atendiendo a esto, podemos decir que conociendo el proceso, desarrollando habilidades aplicables a él, incluyendo mejoras, etc. podremos mejorar el producto. Por tanto estamos ante algo modificable, desarrollable, mejorable, flexible y nunca hermético, estático, rígido o inalterable.

En otra entrada os hablaré de las habilidades del pensamiento divergente y cómo desarrollarlas con actividades concretas. 

Para terminar he querido colgar un dibujo de Santiago Ramón y Cajal, Neuronas del cerebelo de una paloma. Células Purkinje (A) y granular (B). Fue premiado en 1906 con el máximo galardón científico por descubrir los mecanismos que gobiernan la morfología y los procesos conectivos de las células nerviosas, basados en cómo el tejido cerebral está compuesto por células individuales. Lo cual me hace recordar el holismo, la importancia de la sinergia grupal en el coaching educativo y el famoso axioma de la Gestalt:

«El todo es mayor que la suma de sus partes».