Destrúyete para conocerte, constrúyete para sorprenderte, lo importante no es ser, sino transformarse.
Franz Kafka
Destrúyete para conocerte, constrúyete para sorprenderte, lo importante no es ser, sino transformarse.
Franz Kafka
Los procesos de cambio dentro del ámbito de la enseñanza suelen ser complicados, lentos, tanto que producen desánimo, y el motivo principal de ello nos guste o no, es la resistencia personal de cada uno de nosotros a cambiar de estilo docente, por los motivos que sean, incertidumbre frente a lo desconocido, miedo a tener una mayor carga de trabajo, desconfianza frente a la idoneidad de las nuevas estrategias o metodologías a implementar, etc.
En el trasfondo o denominador común de todas estas resistencias al cambio están nuestras mochilas individuales, el background individual (con nuestra formación académica y profesional, nuestras creencias, nuestros introyectos…), la falta de flexibilidad personal y desarrollo de pensamiento autocrítico, reconocer que quizá haya otras formas de proceder diferentes a la mía que sean más efectivas. Lamentablemente los adultos cambiamos poco, y lo que conseguimos cambiar, es en poca medida.
De mi experiencia como Docente y en Gestión de procesos de cambio metodológico a nivel institucional puedo compartir algunos breves consejos para que este proceso sea lo más llevadero y que el desánimo sea el mínimo posible. La clave del éxito es… que no hay clave, son muchos aspectos los que llevarán el Proyecto de un Proceso de Cambio a buen puerto, y es en ese camino en el que os encontraréis con supuestos que afrontar, para ello aquí van unos breves consejos:
No asumas que tu versión de cómo debería ser el cambio es la necesaria/más adecuada para la institución y/o la que pueda implementarse.
Este es uno de los 7 hábitos que señala Stephen Covey como rasgo de la de las personas altamente efectivas, en su libro homónimo, reconocido como uno de los libros sobre crecimiento personal y Coaching más influyentes de la historia, os lo recomiendo encarecidamente.
Para que cualquier innovación sea significativa requiere el convencimiento de los miembros de la institución, y como todos somos innatamente diferentes implica que cada uno de los miembros desarrolle su propio sentido de la misma.
Te dará serenidad y paz interior asumir que la mayor parte de los Centros Educativos son instituciones conservadoras, al igual que la mayoría de las personas. Por lo que no exasperes con que el ritmo de cambio sea lento.
El conflicto y desacuerdo no son sólo evitables, sino que son imprescindibles para que el cambio enraice en las creencias de cada individuo de la institución y así, tenga éxito. Este enraizamiento lo posibilita entre otras cosas, discrepar ya que desarrollar el pensamiento crítico-creativo perfecciona, adapta, consensúa detalles complejos o no entendidos por la mayoría de las personas llegando a acuerdos o convenios. Estos desacuerdos, una vez consensuados y solucionados darán rigor al Proyecto de Centro.
Por otra parte, siento darte esta noticia: no se puede quedar bien con todos, siempre habrá quienes se resistan a cambiar, no esperes que todos los individuos y grupos cambien. El lado positivo de esto: hasta las mejores bicicletas necesitan un freno.
Así mismo, reconoce que, por mucho que sepas, tu conocimiento en algún momento será insuficiente para para aclarar con exactitud las medidas que deben llevarse a cabo. Esto nos lleva a una asesoría externa, a estudiar modelos similares (contexto, objetivos, etc.) que hayan tenido éxito y adaptarlos, a formación específica, etc.
Comprende que los grandes cambios se iniciaron con pequeños y aparentemente poco importantes esfuerzos. Romper la inercia es quizás la parte más difícil en un Proyecto de proceso de cambio. Esas primeras reuniones lentas, en las que se divaga… o no se concreta son, sin duda, la semilla que brotará cuando se sienta preparada. Hay que tener paciencia, los cambios efectivos llevan tiempo, exigen una evolución contínua. Un cambio moderadamente complejo requiere entre 3 y 5 años, uno más complicado entre 5 y 10 (Stoll y Fink, 1999; Hopkins 2002). El éxito está en perseverar y creer en el Proyecto.
Es una cita de Albert Einstein, seguro que estás de acuerdo y si no, me encantaría leer y refutar tus argumentos en los comentarios de más abajo.
Ojo, por crisis en este caso concreto que hablamos de Procesos de Cambio Institucional quiero decir presión. Es decir, que sin presión las personas no cambian, pero presión en unas determinadas condiciones (por ejemplo, confianza de la Dirección, de las familias, reconocimiento profesional, certidumbre laboral, etc). Podemos darle a presión el significado que mejor se acerque al contexto de nuestro Centro Educativo: escaso número de matrículas que pone en riesgo la viabilidad/crecimiento/continuidad del Centro, resultados académicos por debajo de los objetivos, una creciente situación de conflictos escolares, algún hecho muy perjudicial para la imagen del Centro… Estas diferentes presiones nos llevan inequívocamente a querer mejorar, y para ello hay que emprender un PROCESO DE CAMBIO, tenga dicho Proyecto el Objetivo que tenga.
Mindset, o mentalidad. Para mi es ¡la palabra clave del 2022!, aquí lo dejo: puedes llamarlo actitud, poner el foco en el objetivo, motivación, confianza… como quieras, seguro que sabes a lo que me refiero.
Comprende que el verdadero objetivo de un proceso de este tipo es cambiar la cultura de la Institución, no implementar novedades aisladas. Aunque esto requiera una larga y apasionante travesía.
De las experiencias más exitosas, algunas bien documentadas hay mucho por aprender. Sin embargo, poder elaborar e implementar cambios educativos eficaces implica, en la práctica, mucho mucho más.
«La educación no cambia el mundo: cambia a las personas que van a cambiar el mundo»
Paulo Freire
Podría parecer un evento de carácter tradicional, con signo religioso o no, un trámite más o menos complicado… sin embargo, un Festival de Navidad para un Centro Educativo puede significar una gran oportunidad educativa integral ya sea en positivo o… en negativo. Este pasado trimestre asistí a la segunda de las situaciones.
Vamos a desentrañar las razones o motivos por las que un Festival de Navidad debería ser un elemento transversal de primer orden en la vida de un Centro Educativo. ¿Cuáles son los fundamentos últimos que justifican dedicarle tiempo a su preparación, así como recursos económicos para su realización? O bien, ¿cuáles pueden ser los errores o claves que hagan del evento un completo desastre educativo, de organización, de imagen de Centro, etc.? Sigue leyendo
No cabe duda que un aspecto relevante de nuestra función docente es la burocracia, el «papeleo», aunque sea una parte poco amigable, probablemente la menos popular de nuestros cometidos.
Sin embargo, estas tareas confieren oficialidad, quizás rigor y, por ello, profesionalidad a nuestro trabajo, si bien es cierto que únicamente llevar con rigor y de forma meticulosa estas tareas no nos convierten en grandes maestros, ¿verdad que no?
En la búsqueda de la simplificación y pragmatismo de estas tareas me encuentro, dándole vueltas y contrastando opiniones con compañeros de mi Centro. La verdad que siempre hay discrepancias y opiniones diversas, todas ellas interesantísimas para su análisis… En mi caso personal, al proceder del mundo de la Arquitectura y especializado en Ejecución, una de mis «manías» es la optimización de los procesos en su realización, llevar el lema del célebre arquitecto alemán Ludwig Mies van der Rohe «Menos es más» al aparato burocrático de la Educación sin que pierda esencia pero ahorrando tiempo y esfuerzos en tareas «superfluas» para disponer de él y centrarnos en las personas, nuestro alumnado.
Docentes más humanistas, docentes más procedimentales, formales, equilibrados… seguro que hace tiempo que reflexionaste acerca de tu estilo profesional.
¿Cuál sería tu opción en la gestión de un Parte de falta leve y/o grave?
Compártela en los comentarios más abajo, seguro que todos aprendemos de ella. Yo el primero, así que… ¡muchas gracias!