A primera vista EDUCACIÓN INCLUSIVA y COACHING son conceptos que parecen no tener nada en común, en cambio, guardan una íntima relación. Voy a tratar de explicarla.

El coaching, ya sea pesonal, coaching deportivo, ejecutivo, de familias, de equipos, etc. es, en resumidas cuentas, y en pocas palabras, un PROCESO en el que se parte de un ESTADO INICIAL, se marca y traza un plan de acción durante el cual el coachee o coachees atravesarán varias brechas de crecimiento o aprendizaje (con la ayuda de herramientas concretas de Programación Neurolingüística e Inteligencia Emocional, principalmente) para llegar a un ESTADO FINAL o deseado (objetivo). Este proceso personal y/o grupal de CAMBIO es la principal característica por la que el coaching resulta válido como una herramienta más para propiciar el CAMBIO necesario del modelo educativo exclusivo a inclusivo.

A partir de las preguntas abiertas y poderosas de QUIÉNES, CÓMO y PARA QUÉ alcanzar el objetivo de la INCLUSIÓN EDUCATIVA, Teresa Susinos Rada y Carlos Rodríguez-Hoyos, del Departamento de Educación de la Universidad de Cantabria desarrollan y explican en su magnífico artículo «La educación inclusiva hoy. Reconocer al otro y crear comunidad a través del diálogo y la participación» el proyecto de investigación que realizaron con la Universidad de Cantabria en el 2010 con título: «Análisis de los procesos de inclusión/exclusión educativa en la educación obligatoria. Desarrollo de proyectos locales de cambio y mejora escolar». La misión del mismo era la mejora de la participación del alumnado en los centros educativos. 

La idea que más me gustaría señalar de dicho texto es el reconocimiento de los estudiantes como agentes de CAMBIO, verdaderos protagonistas. Desde luego no hay duda de que los docentes han de asumir su parte de responsabilidad, comprometiéndose y actuando decididamente dentro de su ámbito de influencia, con la tarea de educar de forma personalizada, crítica, flexible, creativa… En resumen, el profesorado debe buscar qué y cómo ha de ser una enseñanza que se dice inclusiva.

Navegar por la teoría (de la inclusión en este caso) para pensar de otro modo, para formular diferentes hipótesis, para investigar sobre el tema, para cuestionarnos, para ponernos en crisis, para enfrentarnos a nuestro no saber o no entender, arroja muchas LUCES sobre este modelo educativo (de tan rápida expansión durante los últimos años) pero ciertamente tiene SOMBRAS y peligros tangibles.

Una de estas oscuras sombras es convertir el modelo de educación inclusiva en un reclamo o eslogan (etiqueta «comercial» o «política») sin una real practicidad ni productor de cambios ponderables. Otra sombra es que dicho proceso de reflexión fuera unidireccional, esto es, sólo de ida y no de vuelta a los centro educativos -no olvidemos principal escenario del CAMBIO– ya que en conclusión lo importante no es acumular conocimiento sino cómo se utiliza. El conocimiento, al igual que el amor, si no está en movimiento es como si no existiera.

Por tanto no hay que olvidar el aprendizaje mutuo (alumnos ⇔ docentes) que se propicia al implementar mejoras de la participación del alumnado en el centro educativo. Lo cual rompe con el modelo academicista y vertical de enseñanza tradicional, ortodoxa y carente de flexibilidad.

La idea que verifican los autores en su proyecto es que la INCLUSIÓN es un proceso resultado del sumatorio de pequeños y humildes CAMBIOS, pero constantes, diseñados para cada centro. Así pues, la importancia de dar voz al alumnado como medio de participación es probada como herramienta para caminar hacia la escuela inclusiva.

Nuestro trabajo como docentes debe tener por objetivo contribuir a que todos los alumnos ejerzan su derecho a participar, PRINCIPIO INCLUSIVO, y hacia allí debe estar dirigida nuestra acción. De esta forma debemos realizar una autoevaluación de si realmente estamos fomentando la participación o por el contrario la pasividad, dependencia y subalternidad. Sin duda se trata de un enorme reto: dar voz, facilitar la participación.

La Programación Neurolingüística (PNL) en el ámbito educativo y como herramienta de coaching es una disciplina, técnica, que trata el estudio de la estructura subjetiva de la experiencia humana. A través de unas herramientas concretas podemos «reprogramarnos» de nuestros recuerdos, creencias y aprendizajes para desactivar los programas limitantes.

Pues bien, la PNL nos propone herramientas muy útiles, concretas y poderosísimas para llevar a cabo estos CAMBIOS según el nivel neurológico que deseemos modificar: Entorno, Comportamientos / Conducta, Capacidades, Valores / Creencias, Identidad, y Transpersonal / Espiritualidad (de menor a mayor profundidad). Dependiendo del nivel que deseemos cambiar tendremos mayor o menor resistencia (cambio remediativo Vs. cambio generativo o evolutivo). Cambiar molesta, fastidia y por supuesto que da miedo.

Como dice Stephen Covey (escritor y profesor estadounidense conocido por ser autor del libro Los siete hábitos de las personas altamente efectivas): ”El CAMBIO -el CAMBIO real- procede de adentro hacia afuera. No se consigue cortando las hojas de las actitudes y la conducta con las técnicas rápidas de la ética de la personalidad. Se logra actuando sobre las raíces: la trama de nuestros pensamientos, los paradigmas fundamentales y esenciales que definen nuestro carácter y crean las lentes a través de las cuales vemos el mundo”.

Una de las herramientas poderosas de la PNL es la metáfora, en este caso el concepto de «VOZ» como el derecho a participar. Una metáfora muy potente que nos permite identificar, describir y denunciar las relaciones de poder y representación que se establecen entre las administraciones, instituciones y los grupos sociales. Es una herramienta fundamental para preguntarse quién tiene o no voz, lo cual nos desvelará las injusticias o desigualdades que se mantienen a lo largo del tiempo y que limitan o impiden que determinados individuos o colectivos participen en la toma de decisiones sobre aspectos relevantes de su propia vida o de la gestión de lo común. El cómo dar voz a las voces silenciadas, cómo sacarlas a la luz, debe ocupar el primer lugar de las cuestiones en la agenda de la educación inclusiva.

La escucha sincera (la escucha empática) se trata de otra herramienta más y deberá ser valorada como una metodología inclusiva muy a tener en cuenta.

En definitiva dar voz a los grupos sociales desatendidos o marginados consiste en el mecanismo fundamental de RECONOCIMIENTO de los mismos y ello es esencial para la inclusión.

DAR VOZ     ⇒   RECONOCIMIENTO   ⇒   INCLUSIÓN

Por último, quiero aprovechar la oportunidad de que en el mencionado artículo se nombra a Paulo Freire, probablemente el ejemplo más conocido y respetado en el trabajo de DAR VOZ A LOS SIN VOZ. Paulo Freire planteó la educación como un instrumento para lograr la posibilidad del CAMBIO de la HISTORIA y transformarla hacia un mundo más humano. Freire junto con Jürgen Habermas denunciaba la educación bancaria (basada en meros intereses mercantilistas y de competitividad) como un modelo perpetuador del sistema de opresión, frente a la educación liberadora, basada en una relación dialógica entre educador y educando.

Un verdadero líder convencido de que el CAMBIO es posible:

«PENSAR en la HISTORIA como POSIBILIDAD es reconocer la educación como una posibilidad. Significa que, si bien la educación no puede lograrlo todo, sí tiene algunos logros a su alcance. Uno de los desafíos a los que nos enfrentamos los educadores es descubrir qué resulta históricamente factible en la línea de contribuir a la transformación del mundo, originando un mundo más redondeado, menos anguloso, más humano.»                                                       

                                                                               Paulo Freire