Comparto la presentación que hice acerca de la importancia del descanso en la etapa de la adolescencia y cómo mejorar su calidad.
“El arte del descanso es una parte del arte de trabajar”
JOHN STEINBECK
Comparto la presentación que hice acerca de la importancia del descanso en la etapa de la adolescencia y cómo mejorar su calidad.
“El arte del descanso es una parte del arte de trabajar”
JOHN STEINBECK
No cabe la menor duda que vivimos en un mundo lleno de distracciones, continuos estímulos procedentes de múltiples canales cuya misión es robarnos lo más valioso, nuestra atención, y por tanto, nuestro tiempo.
En primer lugar reflexionemos sobre ello con un caso sintomático:
Es curioso que en determinados contextos de nuestra vida personal, la economía domestica sin ir más lejos, tenemos muy interiorizado el valor y precio de nuestros gastos: la cesta de la compra, la factura del teléfono móvil, llenar el depósito de gasolina… En estos gastos concretos no nos cuesta actuar con “relativa responsabilidad” adaptándonos a nuestras circunstancias económicas de una forma consciente (manirotos/as a parte, jeje…), incluso me atrevería a decir que aunque no lo hagamos somos muy conscientes del valor de los productos que hemos comprado. Sin embargo, no ocurre los mismo con el valor de nuestro tiempo, de nuestra atención.
Al igual que tomamos conciencia al gastar dinero adquiriendo diferentes productos o servicios, dinero que al final ha requerido de nuestro tiempo de trabajo, ¿cómo es posible que no seamos fácilmente conscientes del tiempo que gastamos en distracciones que no nos acercan a nuestros objetivos?
Superado el primer paso de la toma de conciencia de nuestro papel de víctimas ante el robo de la ladrona DISTRACCIÓN, ¿cómo es posible que no nos defendamos, cómo es posible que no pongamos herramientas, barreras ante tal atraco?
Un buen ejercicio para tomar conciencia del valor de tu atención sería hacernos la siguiente pregunta: ¿Qué actividad hacemos mejor por no prestar atención? La respuesta es evidente: ninguna. Prestar atención potencia y mejora nuestras acciones y a su vez, lo contrario, las degrada.
Este enfoque está íntimamente relacionado con la atención plena o Mindfulness. Pincha aquí si te interesan unos simples y fáciles consejos para tener un día más Mindfull: con más presencia, más serenidad y con menos estrés, especialmente indicados para los docentes. Podríamos apuntar de una manera muy simplificada que la atención plena es concentrar nuestra conciencia (nuestros pensamientos y emociones) en aquello que está bajo nuestro control, en nuestro radio de acción y únicamente bajo nuestra responsabilidad, que por definición es la acción presente, el aquí y ahora. Se trata de una disciplina experimental que consiste en traer una nueva consciencia de tus sentidos, pensamientos y emociones, con el objetivo último de hacer tus días más significativos y con plena presencia.
La primera derivada evidente de este enfoque de atención plena es la necesidad de reducir muchas cosas superfluas de nuestro entorno, más que superfluas diría distracciones vacías que nos alejan de alcanzar nuestros objetivos en vez de acercarnos (¡Ojo! las pequeñas tareas también son objetivos, alineados con un fin). Cada vez que decimos “sí” a una cosa, estamos diciendo “no” a otras. Somos nosotros mismos quienes estamos decidiendo a qué actividades dedicamos nuestro tiempo. Por ejemplo, si pasamos horas en Instagram o viendo series de Netflix, el problema no es la falta de tiempo para ir hacer manualidades, deporte, arreglar nuestra casa, aprender una nueva receta…, sino las prioridades. Y aquí llega la segunda derivada: proteger nuestra atención, resistirnos para después poder apuntar en la dirección adecuada. En el caso de no contar con una buena fuerza de voluntad una estrategia es eliminar el acceso directo a la distracción, o por lo menos dificultarlo para no caer tan fácilmente en ella.
Finalmente, como regla de oro para reconducirnos podríamos indicar que la atención que dedicamos a cualquier acción debe corresponder con su valor. El primer paso será pues preguntarnos qué valor le damos a ello, todo dependerá de nuestras prioridades.
“Te conviertes en eso a lo que le prestas atención. Si no eliges tus pensamientos, otros los elegirán por ti”.
EPICTETO
CONTEXTUALIZACIÓN:
Durante este final de curso como tutor de un curso de Secundaria y debido/gracias a un conflicto grave entre alumnado he aprendido cómo mejorar la manera de proceder ante este tipo de circunstancias. Vaya por delante indicar que efectivamente existe un Reglamento de Régimen Interno dentro del Plan de Convivencia que concreta todas las medidas, sin embargo no el cómo aplicarlas o gestionarlas. A esa gestión intangible me refiero, al modus operandi, a las maneras, las formas, los tiempos… esos detalles que marcan la diferencia.
En este caso me estoy refiriendo a conflictos entre alumnado, pero es extrapolable a entre alumnado y profesorado o entre profesorado y familias. A continuación os comparto un resumen de mis reflexiones desde mi experiencia laboral y humilde punto de vista, que evidentemente tiene total subjetividad, infinitas aristas o matices que podrás o no compartir.
Si el tiempo no se te escapa y la procrastinación te lo permite, puedes dejarme tu opinión en los comentarios, espero que discrepes porque me darás la oportunidad de crecer escuchando otros puntos de vista. Ya sabes, discrepar es el primer paso para desarrollar el pensamiento crítico.
CONSEJOS:
«Vidas poderosas constituyen relaciones poderosas, relaciones poderosas generan equipos poderosos, y equipos poderosos son el fundamento de organizaciones y comunidades que pueden cambiar el mundo»
Joan Quintana Forns
Destrúyete para conocerte, constrúyete para sorprenderte, lo importante no es ser, sino transformarse.
Franz Kafka

Los procesos de cambio dentro del ámbito de la enseñanza suelen ser complicados, lentos, tanto que producen desánimo, y el motivo principal de ello nos guste o no, es la resistencia personal de cada uno de nosotros a cambiar de estilo docente, por los motivos que sean, incertidumbre frente a lo desconocido, miedo a tener una mayor carga de trabajo, desconfianza frente a la idoneidad de las nuevas estrategias o metodologías a implementar, etc.
En el trasfondo o denominador común de todas estas resistencias al cambio están nuestras mochilas individuales, el background individual (con nuestra formación académica y profesional, nuestras creencias, nuestros introyectos…), la falta de flexibilidad personal y desarrollo de pensamiento autocrítico, reconocer que quizá haya otras formas de proceder diferentes a la mía que sean más efectivas. Lamentablemente los adultos cambiamos poco, y lo que conseguimos cambiar, es en poca medida.
De mi experiencia como Docente y en Gestión de procesos de cambio metodológico a nivel institucional puedo compartir algunos breves consejos para que este proceso sea lo más llevadero y que el desánimo sea el mínimo posible. La clave del éxito es… que no hay clave, son muchos aspectos los que llevarán el Proyecto de un Proceso de Cambio a buen puerto, y es en ese camino en el que os encontraréis con supuestos que afrontar, para ello aquí van unos breves consejos:
No asumas que tu versión de cómo debería ser el cambio es la necesaria/más adecuada para la institución y/o la que pueda implementarse.
Este es uno de los 7 hábitos que señala Stephen Covey como rasgo de la de las personas altamente efectivas, en su libro homónimo, reconocido como uno de los libros sobre crecimiento personal y Coaching más influyentes de la historia, os lo recomiendo encarecidamente.
Para que cualquier innovación sea significativa requiere el convencimiento de los miembros de la institución, y como todos somos innatamente diferentes implica que cada uno de los miembros desarrolle su propio sentido de la misma.
Te dará serenidad y paz interior asumir que la mayor parte de los Centros Educativos son instituciones conservadoras, al igual que la mayoría de las personas. Por lo que no exasperes con que el ritmo de cambio sea lento.
El conflicto y desacuerdo no son sólo evitables, sino que son imprescindibles para que el cambio enraice en las creencias de cada individuo de la institución y así, tenga éxito. Este enraizamiento lo posibilita entre otras cosas, discrepar ya que desarrollar el pensamiento crítico-creativo perfecciona, adapta, consensúa detalles complejos o no entendidos por la mayoría de las personas llegando a acuerdos o convenios. Estos desacuerdos, una vez consensuados y solucionados darán rigor al Proyecto de Centro.
Por otra parte, siento darte esta noticia: no se puede quedar bien con todos, siempre habrá quienes se resistan a cambiar, no esperes que todos los individuos y grupos cambien. El lado positivo de esto: hasta las mejores bicicletas necesitan un freno.
Así mismo, reconoce que, por mucho que sepas, tu conocimiento en algún momento será insuficiente para para aclarar con exactitud las medidas que deben llevarse a cabo. Esto nos lleva a una asesoría externa, a estudiar modelos similares (contexto, objetivos, etc.) que hayan tenido éxito y adaptarlos, a formación específica, etc.
Comprende que los grandes cambios se iniciaron con pequeños y aparentemente poco importantes esfuerzos. Romper la inercia es quizás la parte más difícil en un Proyecto de proceso de cambio. Esas primeras reuniones lentas, en las que se divaga… o no se concreta son, sin duda, la semilla que brotará cuando se sienta preparada. Hay que tener paciencia, los cambios efectivos llevan tiempo, exigen una evolución contínua. Un cambio moderadamente complejo requiere entre 3 y 5 años, uno más complicado entre 5 y 10 (Stoll y Fink, 1999; Hopkins 2002). El éxito está en perseverar y creer en el Proyecto.
Es una cita de Albert Einstein, seguro que estás de acuerdo y si no, me encantaría leer y refutar tus argumentos en los comentarios de más abajo.
Ojo, por crisis en este caso concreto que hablamos de Procesos de Cambio Institucional quiero decir presión. Es decir, que sin presión las personas no cambian, pero presión en unas determinadas condiciones (por ejemplo, confianza de la Dirección, de las familias, reconocimiento profesional, certidumbre laboral, etc). Podemos darle a presión el significado que mejor se acerque al contexto de nuestro Centro Educativo: escaso número de matrículas que pone en riesgo la viabilidad/crecimiento/continuidad del Centro, resultados académicos por debajo de los objetivos, una creciente situación de conflictos escolares, algún hecho muy perjudicial para la imagen del Centro… Estas diferentes presiones nos llevan inequívocamente a querer mejorar, y para ello hay que emprender un PROCESO DE CAMBIO, tenga dicho Proyecto el Objetivo que tenga.
Mindset, o mentalidad. Para mi es ¡la palabra clave del 2022!, aquí lo dejo: puedes llamarlo actitud, poner el foco en el objetivo, motivación, confianza… como quieras, seguro que sabes a lo que me refiero.
Comprende que el verdadero objetivo de un proceso de este tipo es cambiar la cultura de la Institución, no implementar novedades aisladas. Aunque esto requiera una larga y apasionante travesía.
De las experiencias más exitosas, algunas bien documentadas hay mucho por aprender. Sin embargo, poder elaborar e implementar cambios educativos eficaces implica, en la práctica, mucho mucho más.
«La educación no cambia el mundo: cambia a las personas que van a cambiar el mundo»
Paulo Freire
Podría parecer un evento de carácter tradicional, con signo religioso o no, un trámite más o menos complicado… sin embargo, un Festival de Navidad para un Centro Educativo puede significar una gran oportunidad educativa integral ya sea en positivo o… en negativo. Este pasado trimestre asistí a la segunda de las situaciones.
Vamos a desentrañar las razones o motivos por las que un Festival de Navidad debería ser un elemento transversal de primer orden en la vida de un Centro Educativo. ¿Cuáles son los fundamentos últimos que justifican dedicarle tiempo a su preparación, así como recursos económicos para su realización? O bien, ¿cuáles pueden ser los errores o claves que hagan del evento un completo desastre educativo, de organización, de imagen de Centro, etc.? Sigue leyendo
» Cada mañana en África se despierta una gacela. Sabe que tiene que correr más rápido que el león más veloz si no quiere morir devorada.
Cada mañana en África se despierta un león. Sabe que tiene que correr más rápido que la más veloz de las gacelas, si no quiere morir de hambre.
No importa si eres león o gacela. Cada mañana, cuando salga el sol, empieza a correr todo lo que puedas. «
Cuento africano
Cada día tienes una misión, quizás profesional… Cada día tienes un compromiso, quizás deportivo… Cada día tienes una ilusión, quizás con tu pareja… Cada día tienes un servicio, quizás con tu familia… Cada día tienes una oportunidad, quizás de crecimiento personal… Cada día tienes una confianza, quizás con tus amistades… Cada día tienes una pasión.
Elige las tuyas, de cualquier manera, serán tu motor, tu motivación para como la gacela y el león dar la mejor versión de ti mismo, cada día.
Termina un 2020 marcado sin duda por el sorprendente nacimiento express de una nueva Ley Educativa española, y digo sorprendente por su más que discutible oportunismo en la actual situación de pandemia mundial que vivimos. Los nacimientos son, sin duda, motivo de alegría y de nuevas o renovadas ilusiones, sin embargo esta reforma nace precisamente con la mala noticia de no ser una reforma, sino otra ley continuista más para la colección.
Nuestros actuales, y no actuales, dirigentes conciben la educación como algo subordinado a las conveniencias políticas, incluso a las de más corto plazo. El sistema apunta hacia la acumulación memorística, desmedida y efímera de contenidos, a la estandarización tanto de currículos como de pruebas y a su rigidez -para determinar el “éxito o fracaso” del alumnado-, cuando debería apuntar hacia un estudio a un ritmo más lento, hacia la flexibilidad de itinerarios, a la profundización en los temas y a la interrelación de contenidos/conocimientos para la sociedad compleja y multidisciplinar que les espera.
Los alumnos no son adultos en miniatura, sino sujetos específicos, con sus singularidades únicas, contextualizadas y exclusivas, que necesitan sus propios tiempos y formas de aprendizaje. Los antiguos filósofos ya nos advertían del conflicto entre la velocidad (cronos) y el tiempo necesario para hacer las cosas correctamente (kairós). Como dice una célebre cita budista “No pienses que no pasa nada simplemente porque no ves tu crecimiento… las grandes cosas crecen en silencio”.
En este vaivén legislativo desconcertante, los docentes seguiremos dando batalla, creyendo en nuestro alumnado, en su potencial de mejora, marcando la diferencia desde el aula, enseñando desde nuestro ejemplo, dando la mejor versión de nosotros mismos a pesar de obedecer a unas políticas sin sentido, con la misión de preparar al alumnado lo mejor posible para un futuro incierto, su futuro, con la mejor de las posibles herramientas: una formación integral con la premisa de que los resultados académicos son la consecuencia de un adecuado desarrollo interior y esfuerzo personal.
Así pues, los educadores seguiremos apostando sin prisas por facilitarles un futuro mejor a largo plazo.

“ Mide tus deseos, pesa tus opiniones, cuenta tus palabras. ”
Pitágoras
La Actitud para el Cambio frente a una situación adversa, o no tan adversa, solemos buscarla en la adquisición de nuevas aplicaciones o metodologías, cuando lo sustancial y verdaderamente renovador es buscar en nuestras creencias, en las creencias profundas, lo demás sobreviene a partir de interiorizar ese cambio deseado. Un cambio de mirada o enfoque hacia nuestro interior en vez de al exterior.
El optimismo es una creencia, un filtro a nivel cognitivo que genera estados de ánimo positivos y conductas proactivas. Una actitud positiva (¡ojo! positivo no significa necesariamente perfecto) nos permite adoptar una forma de pensamiento totalmente distinta a la actitud negativa, llevándonos a pensar de manera creativa, constructiva y relajada. El optimismo será, sin duda, uno de los ingredientes básicos para mejorar nuestra resiliencia.
En momentos de crisis, un optimista siempre tiene un Proyecto, una Meta, algo que modificar, mejorar, suprimir…, el pesimista, sin embargo, siempre tiene una excusa. O como diría uno de los considerados grandes líderes de la humanidad en tiempos de guerra:
“Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad».