Si uno de mis campos de mejora continua es el control de aula, he de reconocer que otro de tantos es la atención a la diversidad. Y por atención a la diversidad entiendo, en resumidas cuentas, y desde mi humilde punto de vista, es dar, ofrecer, poner a disposición de todos y cada uno de mis clientes, o alumn@s, aquellos recursos que mejor estén adaptados a su nivel, ritmo de aprendizaje, motivación, interés… ¿casi nada eh?
Pues bien, en ese ofrecer a los alumn@s lo mejor de nosotros, lo que mejor le puede venir en ese momento concreto en el que se encuentran de desarrollo integral, de proceso de aprendizaje, entra la resolución puntual de CUESTIONES o DUDAS individuales o grupales que, en mi caso por lo menos, puede llegar a alcanzar elevados niveles de estrés, si no se canaliza y trabaja adecuadamente. Y, como sabemos, el estrés es el primer paso para la frustración y posterior burn out o síndrome de desgaste profesional.
Estas preguntas, cuestiones o dudas que se generan a lo largo de las sesiones en el aula a mayor o menor velocidad, sin duda, convierten al docente en el mejor de los bomberos que desea apagar todos los distintos focos de incendio lo más rápido posible, y no sólo eso, sino que de distintos tipos de combustible… todo un RETO.
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